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Sensory Memories es una serie que comencé motivada por una pieza de la serie Planeta Sandra, Vagabundus Vernich. Sobre esa pieza escribí un texto que dice así: El primer encuentro con un Vernich me hizo recordar de manera inmediata el escaparate de mi abuela paterna, olor a cedro forrado con papel estampado de pequeñas flores. Los Vernich son capaces de almacenar las memorias sutiles de tres generaciones. Son como enciclopedias de recuerdos delicados y breves. En la realización de ese collage utilicé pequeños recortes de papeles estampados que colecté de varias revistas, algunos de esos recortes viajaron conmigo a New Jersey, los tengo desde hace años, desde que vivía en Miami. Toda esa minuciosa colección de papelitos ínfimos con pequeñísimas florecitas, esa búsqueda de algo que remitiera a un sentimiento viejo, con un aire de otro tiempo, y luego ese recuerdo que me trajo el resultado de Vagabundus Vernich, despertaron en mí los deseos de hacer una serie sobre la memoria: un lugar, un olor, la forma de las cosas, un presente perdido, un momento específico. Es así como nació la serie Sensory Memories, una serie cuya búsqueda consiste en traducir las sensaciones de una memoria a formas, colores y texturas. Una búsqueda introspectiva, íntima de trocitos del papel en los que vive una historia, un instante del pasado.
-Sandra Cordero
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La noción de hogar, ese sitio concreto al que regresar, el recuerdo de que hay muros que nos contuvieron y protegieron, olores que nos despertaron en las mañanas, sonidos específicos que nos acompañaron a diario, voces, formas en las que la luz entraba por la ventana en la habitación de nuestra primera infancia forman parte de esa nostalgia desde la que somos. Esa nostalgia que es también la esperanza de que en nosotros existan todas las versiones de los que hemos sido. De que vamos por la vida en la multitud de nuestra experiencia.
Y es el arte, tal vez, de todas las expresiones humanas, una de las mejores anestesias sensoriales en el tambaleo entre la nostalgia y el futuro.
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El título está dado por el método de actuación de Stanislavski donde el actor trabaja con un recuerdo personal, es un método que busca que el actor reviva una experiencia puntual de la manera más auténtica posible a través del recuerdo de las sensaciones que rodearon ese acontecimiento. Esa pieza es el primer ejercicio que hice para esa serie. Es una serie de la cual he hecho varios estudios y que está en proceso de madurez.
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Hay momentos que contienen todo, o casi todo, son esos en los que el presente parece durar más, o nos gustaría que durara más, esos momentos de cierta densidad en los hacemos un poco las paces con quienes somos, esos breves instantes que no son más que una pausa, la anticipación de algo que no ha empezado. Hay obras de arte que también lo contienen todo, o casi todo, que son en sus formas finitas, breves historias de los mismos lenguajes que las contienen. Es así que en Sensory Memories No.1, primera obra de su serie, Sandra Cordero- tal vez de forma inconsciente- ha consolidado, en forma de collage, una breve historia de las artes decorativas.
Como bien dice el crítico de arte francés Jacques Thullier lo decorativo se encuentra en la sumatoria de “lujo y sensualidad”. Hablar de artes decorativas es entonces hablar de una amalgama entre belleza y función en la vida diaria de múltiples sociedades a lo largo de la historia.
Si uno se detiene frente a Sensory Memories No.1, y realmente observa el “alma a los materiales”, la forma en la que están tratados por la artista, la composición, la profundidad de campo, se encontrará el espectador frente a una pieza de exquisita complejidad camuflada en la aparente simpleza.
En ella están la noción prehistórica de hacer lo útil bello, están la tekné de laEdad Media y también el ars (ese conjunto de destrezas consideradas exclusivas del artista). Están el antropocentrismo del Renacimiento (es una obra profundamente biográfica) y las nociones de producción de la Revolución Industrial también encuentran espacio en su materialidad más objetiva en tanto hay una separación entre el origen de sus componentes y el resultado final. Sensory Memories No.1 es también el retorno a la manufactura, a la artesanía de Arts and Crafts, es un regreso al taller, a la mesa de trabajo, y, en especial, a la revalorización de los objetos que participan en nuestra vida cotidiana.
Una venus paleolítica, una tesela de un baño etrusco, un fresco de un baño romano, un plato babilónico, un capital medieval, unos pendientes Incas, un tapiz rococó de una habitación de techos bajos, los apuntes íntimos de un libro de almohada de una geisha, un fresco en Creta, una tetera en una tarde inglesa, el papel de pared de una habitación de grandes ventanas en Virginia,
las hojas secas dentro de un libro, ese pedazo de ropa del que nunca nos deshacemos, la curva sensual de una lámpara de Gaudí, la emoción ante el buen diseño, todo parece tener cierto espacio, cierta remembranza en Sensory Memories No.1. Que es, al final, un collage de lo bello.
El collage más antiguo es de origen japonés y eran papeles rasgados de diferentes colores que decoraban manuscritos. Escribir estaba reservado para quienes tenían algo que recordar.
Nos gustaría tener lugares estables a los que regresar, lugares intactos que sobrevivan con encanto indefinido. Quien dice lugares dice seres. Quién no quisiera, después de todo, poder regresar al otro y a uno mismo como a casa. En cualquier caso, ahí está Sensory Memories No.1 que es también un espacio en que habitar la ilusión de una belleza colectiva.
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Sensory Memory No. 1: Sandra Cordero
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