Bellas flores del mal: Rocío García
Un lecho que el remordimiento jamás ha frecuentado
Y la tumba y la alcoba, en blasfemias fecundas
Nos ofrendan, vez a vez, como dos buenas hermanas,
Terribles placeres y horrendas dulzuras.
Charles Baudelaire, “Las dos hermanas”, Las Flores del Mal, 1857.
Con cinco décadas de trayectoria, la voz de Rocío García (Cuba, 1955) es uno de los lenguajes más coherentes, icónicos y universales de la escena artística contemporánea en Cuba; la línea, la provocación monocromática, el desprecio por el naturalismo, la escenificación, el sentido del humor, lo disfuncional, el teatro de la vida, la fragilidad de la masculinidad, el voyeurismo y, en definitiva, la pasión, hacen de sus cuadros una puesta en escena del poder en su expresión más compleja. Es decir, el poder como acto existencial. Sus personajes -policías, marineros, buscadores nocturnos, camareros, conejos, castigadores, geishas- son metáforas, que más que estereotipos juzgados al pie de la letra, representan un ejercicio de búsqueda personal, los brazos largos de todo lo que puede ser, el sueño de no estar atado a una identidad singular, la libertad última. La pintura de Rocío permanece ahí, en ese no-lugar, en el espacio del anonimato de Augé: en los rincones oscuros de un bar, en las habitaciones de un hotel, en los límites inestables del género, del sexo y del amor. Pinturas eternamente transitorias, libres de las limitaciones de la historia, las relaciones y la identidad.
Su primera exposición en Thomas Nickles Project, Bellas Flores del Mal, que muestra un total de nueve cuadros nunca vistos, continúa su voraz exploración de todo lo que significa ser humano. A través de escenas de intrigas que evolucionan en secreto, oscuros misterios y desconocidas historias íntimas, Rocío examina el poder, el amor, el deseo, la sexualidad y la violencia, centrándose en la sutileza de doble filo en la concepción del amor: lo sublime y lo siniestro.
Reactivación de una serie iniciada en 2017 como homenaje a Matisse, la pintora explica que "hay cineastas, escritores, artistas que tienen proyectos que tardan años en hacerse realidad. Y a mí me pasa que a veces hago un cuadro y no es suficiente, necesito hacer otros que puedan hacer crecer la idea. Las series que armo como secuencias nacen de esa necesidad. Con esta serie no pude continuar por diferentes razones. La inicié con una obra como homenaje a Matisse en 2017 (Belles Fleurs du mal, a partir del volumen de poesía de Baudeliare, Les Fleurs du mal, 1857, hoy en la colección de la Galería NG, Panamá), y su pulso seguía latiendo, pero el impulso se hacía cada vez más liviano hasta el punto de pensar que lo perdía. Hice otras series, otras exposiciones individuales y, a finales de 2020, cuando el mundo parecía transformado por el virus, comenzó el hechizo. Alguien muy importante entró en mi vida y volví a sentir intensamente esa dualidad que nos determina frente a lo trascendente. La sensación de que la gente, la humanidad, se empeña en destruir la belleza."
Esta unión de opuestos -lo sagrado y lo demoníaco- y la dualidad de la belleza son los impulsos centrales de las obras de esta exposición. Bellas Flores del Mal parece, a veces, un ejercicio de conclusión, como si la pintora hubiera llegado con estas obras a alguna verdad que entrelaza el amor y la muerte. Como al final de un largo y tortuoso camino, o quizás al principio, Rocío despliega una sutileza de doble filo en la concepción de la belleza y el amor: lo sublime y lo siniestro, la belleza que nos atormenta pero a la que aspiramos.
Los personajes de esta serie aman, matan y mueren. Vuelven de otros mundos, de otras series, de The Thriller, de Sakura, tratando de escapar, de salvarse, o simplemente tratando de estar vivos y todo lo que eso conlleva. Son esos cuerpos, algunos enfundados en flores, que no son responsables de los efectos que producen. Bellas Flores del Mal es una lección de pintura y una lección de vida, una lección que, como la verdad más sencilla, duele.
La primera exposición individual de Rocío García en Nueva York, Bellas Flores del Mal, podrá verse en el Thomas Nickles Project, 47 Orchard Street, Nueva York, NY 10002, del 22 de septiembre al 2 de enero de 2022.
Rocío García (nacida en Santa Clara, Cuba, 1955) se graduó en la Escuela de Bellas Artes de San Alejandro en 1975 y comenzó a impartir clases en 1983, después de recibir su maestría en la Academia de Bellas Artes Repin de Leningrado, Unión Soviética. Fue artista residente en el Vermont Studio Center (2010), en la Universidad de Michigan (1997) y en la Fundación Ludwig de Cuba en Basilea, Suiza (2007). La obra de Rocío ha sido ampliamente expuesta dentro y fuera de Cuba, ha recibido múltiples premios y se encuentra en varias colecciones privadas y públicas. Con Rocío García, sin embargo, lo mejor está siempre por llegar.
La artista vive y trabaja en el Vedado, La Habana, Cuba.