I Remember This Room : EXPOSICIÓN PERSONAL
Tengo, aún, dos memorias.
La mía personal y la de aquel que parcialmente soy.
Mejor dicho, dos memorias me tienen.
Hay una zona en que se confunden.
Jorge Luis Borges, La memoria Shakespeare
La cámara es un instrumento extraño . Demana, primero que todo, ver coherentemente. Hace posible entrar en mundos, y lugares, y hacer asociaciones que de otra forma serían muy difíciles.
David Goldblatt
Thomas Nickles Project se complace en anunciar la primera exposición individual en Nueva York de la artista de origen cubano Linet Sánchez; I Remember this Room está diseñada como un viaje en profundidad a la mente de la artista y presenta imágenes desarrolladas entre 2013 y 2021. Sánchez, que se formó como pintora y bailarina antes de convertirse en fotógrafa, utiliza en su obra modelos arquitectónicos en miniatura -que la artista construye meticulosamente a mano- para explorar la íntima relación entre la memoria, el entorno construido y las imágenes simbólicas: “Mis obras -explica la artista- surgen del ensimismamiento, de la introspección, más que de la observación de lo que me rodea; mis imágenes pretenden provocar un estado de contemplación. Primero construyo espacios como maquetas de cartón para luego fotografiarlos". Su proceso consiste en traducir un recuerdo a su materialidad y, después, a su representación, una hibridación que ha difuminado la línea entre psique y fotografía. Como quien ve sin abrir los ojos, Sánchez reconstruye habitaciones blancas y vacías, recopilando sus experiencias en forma de espacios inmóviles, fijos en su mente, espacios a los que volver.
En sus obras anteriores, Sánchez retrata su propia psique en viñetas cinematográficas de habitaciones desiertas y escaleras de caracol hacia lo desconocido. La artista entiende esta serie de fotografías a gran escala como recopilaciones de sus experiencias recordadas, despojadas de su estado más puro y monacal. A medida que avanza la exposición, obras de su última serie, incluido un vídeo mono-canal, muestran sus recuerdos como misteriosas cajas independientes, sin indicación alguna de su contenido, que encarnan los recuerdos a los que Sánchez no puede acceder. Sobre este grupo de obras, la artista señala: Me interesa sugerir más que revelar, hacer pensar en el interior desde su exterioridad. En línea con mis investigaciones anteriores, los espacios representados reconstruyen lugares que conectan con recuerdos personales. Funcionan como puntos de partida y no pretenden ser entendidos literalmente. La morfología de los espacios remite a la idea de atrezzo, una escenografía, un decorado visto desde su exterioridad donde sólo se ve la estructura que lo sustenta. El interior no revelado de estas estructuras está relacionado con un no acceso, con una experiencia que sucede más dentro de nosotros que fuera. Sin formación en arquitectura o construcción de maquetas, la vocación de Sánchez por hurgar en su pasado, nos sitúa ante un ejercicio íntimo de detalle extremo de alguien que se cuestiona constantemente qué recordar, cómo recordar, asumiendo su propia historia como un hecho arbitrario.
El uso que hace la artista de espacios ficticios en miniatura, presentados como objetos reales y lugares (sobre)reales, invoca el tema del "narrador poco fiable" y revela el pasado como algo construido o modelado, más que como un absoluto. La naturaleza contemplativa y silenciosa de estas piezas crea un espacio para la auto introspección y, al hacerlo, alude a temas más universales de la condición humana y nuestra búsqueda colectiva de sentido. Una persona es un conjunto único e irreproducible de cualidades, experiencias, lugares e impulsos, un acto definitivo cuyos recuerdos son el acto de resistencia más eficaz contra la muerte y el olvido. I Remember this Room es todas esas cosas, ya que la imaginería de la artista es un acto de resistencia al olvido de sí misma. Nos pasamos la vida yéndonos, dejando la casa de nuestro padre, la de nuestra madre, los comedores de nuestros abuelos, los patios de nuestra infancia, los pasillos y las aulas, las camas de los demás, los despachos, incluso dejamos versiones de vidas que nunca vivimos, dejamos nuestras ciudades, las calles que conocemos, nuestros países, hasta que finalmente nos dejamos a nosotros mismos. El problema, que parece en cierto modo resuelto en la obra de Sánchez, no es necesariamente irse, es volver.