Par | ergon: Roger Toledo
El color me posee. No tengo que perseguirlo. Me poseerá siempre, lo sé. Ese es el significado de esta hora feliz: El color y yo somos uno. Soy un pintor.
Paul Klee
PAR|ERGON de Toledo reúne dos series que completan la obra del artista, destacando cómo su fascinación de toda la vida por las matemáticas y el color se manifiesta como la base estructural para la investigación analítica de su patrimonio.
A lo largo de la galería, grandes lienzos de una de las primeras obras de Toledo, Días en el Museo, traducen pinturas de la vanguardia cubana en la síntesis abstracta de sus paletas, cada una expresada en un imbricado mosaico de 25 campos cromáticos. El color, el más relativo de los medios que emplea el arte, según Albers, ha sido un tema constante en la voz de Toledo. En 2011, en las salas de pintura moderna del Museo Nacional de Bellas Artes de La Habana, comenzó a trabajar en Días en el Museo, una serie que se extiende a lo largo de su carrera, y a la que regresa reiteradamente, como quien vuelve sobre sus pasos para encontrarse a sí mismo. El artista comenta:
Elegí trabajar en Días en el Museo con piezas que quizás no son las más reconocidas dentro de la historiografía del arte cubano de la primera mitad del siglo XX. Mi criterio, creo, fue más práctico y personal, son todas obras de un amplio valor cromático, quizás no tan representativas de la época, como representativas del espíritu de sus autores.
Su práctica puede entenderse en conversación con la obra de Klee, Rothko, los teóricos del color de la Bauhaus, entre otros referentes de la historia del arte occidental; sin embargo, hay en Toledo una vocación de narrar a través de la interpretación del color su herencia como pintor cubano. Obras de Wifredo Lam, Jorge Arche, Carlos Enrique, Fidelio Ponce y otros, serán el vocabulario pictórico que Toledo hace suyo. Desafiando la definición de originalidad en la pintura, las composiciones geométricas sobre lienzo del artista se relacionan con un amplio espectro de la producción creativa, incluyendo las bellas artes, la artesanía y el diseño. Si bien la actitud inconformista de Toledo se alinea con la de los abstraccionistas del siglo XX, la obra del artista también puede entenderse en relación con cuestiones contemporáneas de valor patrimonial, cultural e identidad.
Y es en este diálogo en el que Días en el Museo se entremezcla -en la exposición- con Parergón, su última serie, en la que el foco se desplaza de la pintura al marco como obra independiente, en siete dinámicos marcos-objeto que el artista esculpe con las habilidades transmitidas por su padre utilizando madera recuperada de casas de la época colonial cubana.
Somos nuestra memoria. Es decir, la memoria es el alma.
Umberto Eco
Un año después de comenzar a trabajar en Días en el Museo, en 2012, Toledo decidió ahondar en las posibilidades creativas del negocio familiar, una carpintería privada en Camagüey, Cuba, que su padre había concebido como el principal sustento económico de su familia. La carpintería se abastecía, debido a las constantes limitaciones de material, principalmente de madera recuperada de casas coloniales en proceso de restauración. Situada en el centro de la isla, Camagüey fue una de las principales ciudades de la Cuba colonial, no es de extrañar, por tanto, la fuerza de su patrimonio arquitectónico colonial. Con esta madera curada por el tiempo y la sola idea de hacer algo que acompañara su creciente interés por la forma como recurso expresivo, a Toledo le costó años de ensayo y error encontrar su camino hasta lo que hoy es Parergon:
Las piezas se diseñan digitalmente, luego cada elemento que formará parte de la obra final se corta y talla a mano y se ensambla en capas sobre un sustrato. El proceso final, que es el más delicado desde el punto de vista artesanal, consiste en terminar cada una de las partes de la pieza y perfeccionar la talla. Todas las obras tienen imperfecciones, que forman parte de la naturaleza del material que hace que cada pieza sea única.
El interés de Toledo por rescatar la historia se manifiesta en la celebración de la materialidad de sus objetos escultóricos. Estas imperfecciones a la vista sirven como interrupciones visuales, profundizando en los diálogos sobre la práctica del artista y sus intersecciones a través del tiempo, desde las que comenta la autonomía tanto de la cultura material sobre la historia como del marco sobre la primacía de la pintura.
En esta exposición, Toledo abarca y estrecha la ya polifacética definición de parergón en el discurso histórico del arte. El término no hace referencia o identifica una entidad independiente, sino algo secundario o auxiliar, par, al sujeto central, ergon. Tradicionalmente, esta interconexión surge entre elementos dentro del plano pictórico o entre la obra y el marco. Días en el Museo elimina el ergón de cada obra de vanguardia a través de sus composiciones cromáticas abstractas, convirtiéndose en parergón del cuadro original. El parergon impregna el marco con técnica, estética y concepto que antes se reservaba a la obra que rodea, convirtiendo cada marco en una obra en sí misma. La exposición involucra al espectador en un intercambio cultural que va más allá de los diferentes caminos de la obra de Toledo. Días en el Museo podría considerarse una crónica en color de la pintura cubana; Parergón, el marco de una historia aún por escribir. Ambas encarnan la distintiva unión del artista de lo pictórico con la materia física y los rastros culturales. Detrás del diálogo visual que contiene la exposición de Toledo, hay una mirada a la huella patrimonial cubana, un intento de rescatar y renovar la cultura material del artista, y por tanto su propio lugar en la historia.